jueves, 27 de diciembre de 2012

La cosecha del 81 fue excelente


  La cosecha del 81 fue excelente. En un año convulso fueron naciendo los componentes del núcleo duro del Degeneración 81. Tejero entra en el Congreso el 23 de febrero.  Alí Agca atenta contra Juan Pablo II. Estalla el caso del aceite de colza. El Columbia inaugura la era de los transbordadores espaciales. Aparece en el mercado el primer PC. Julio Iglesias y Abba encabezan la lista de ventas.  TVE estrena “Verano Azul”. María Jesús y su acordeón triunfan ese verano con “el baile de los pajaritos”. Muere Bob Marley. “Carros de fuego” se convierte en la gran triunfadora de los Óscar. Diana Spencer y el príncipe de Gales contraen matrimonio. La Real Sociedad gana la Liga. El delantero del Barcelona Quini sufre un secuestro de tres semanas. Ángel Nieto gana su décimo mundial. John McEnroe es el número uno del tenis mundial. En la España de 1981 el Seat Panda costaba 99.000 pesetas y alquilar un piso en Nervión 20.000 pesetas al mes.
No cabe duda que 1981 en particular y la década de los ochenta en general imprime carácter a este grupo de niños que no vacila a la hora de incluir en el nombre de su equipo de fútbol sala los cuatro dígitos de 1981. Quince años después nadie recuerda cómo surge el nombre. Las hipótesis se mezclan entre sí. ¿Qué importa? Lo que en un principio nació como el San Hermenegildo, lo que el fruto de un malentendido dio a llamar Rayo Nazareno y Atlético Nazareno, desemboca finalmente en Degeneración 81. 1981 es un gran año. Ellos lo huelen, tienen la intuición. Todo lo que pare 1981 es bueno. Ellos son buenos y quieren demostrarlo en las canchas. Únicamente ha existido una variación en el nombre en los últimos quince años: las temporadas del Regeneración 81. El Patronato tachó de malsonante el término degeneración y obligó al cambio. Perdónalos, no saben lo que hacen, pensaron los degeneracionistas. Afortunadamente todo volvió a su cauce tiempo después. ¡Degeneración 81!
Los campos de juego del centenario colegio nazareno de San Hermenegildo sirvieron de escenario en la gestación de la idea de creación de un equipo. Manuel Roa “Negro”, Alex Prada, Antonio J. Moreno “Cepi”, Antonio Carrere, Javier González, José Ramón Fernández y Juanito González gastaban los recreos pateando un balón entre los naranjos del colegio fundado por el capuchino Padre José María de Sedaví. Soñaban con ser como Gordillo, Butragueño, Hugo Sánchez, Calderón, Schuster o Míchel. Real Betis y Real Madrid son sus amores. La gloria, su objetivo. Cuando regresaban a clase con los zapatos manchados de albero, los jadeos del esfuerzo prendidos de sus bocas y alguna que otra espinilla rociada de mercromina todavía resonaban en sus oídos los cánticos de las gradas repletas del Santiago Bernabeu o del Benito Villamarín.
La triunfal andadura del Degeneración 81 comienza en septiembre de 1997 con un partido jugado contra el Bar Diógenes. Los jugadores saltaron al campo exterior del Pabellón Los Montecillos estrenando zamarra azul para ganar 7 a 0. Ese primer equipo estuvo compuesto por: Curro, Cepi, Josema, Juanito, Javi González, Ramón, Negro y Alex Prada. En este primer equipo ya figuran jugadores tan importantes para la historia del club como Curro Barrera y, sobre todo, como Josema Sánchez, uno de los pocos jugadores que ha participado en las quince temporadas del club. Empezaba la aventura.
Muchos son los jugadores que han forjado la personalidad del Degeneración 81. Pablo, Alex Prada, Javi González, Curro, Juanito, Josema, Negro, Cepi, Ales García, Ramón, Álvaro, Diego, José Carlos, Óscar Pozo, Isra, Miguelito, Edu, Fran, Ponti, Boli, Ramou, Migue, Pollo, Angulo, Antonio Maestre, Gordillo, Juanlu, José Antonio, Juan, Ángel, Quini, Antonio Madueño, Corrales, Antonio Cárdenas, Javi del Río, Javi Delgado, Navarro, Carrere, Paquito, Carlos. Son nombres que quedarán para siempre en la historia de este equipo, ya mítico por derecho propio.
Numerosos son los episodios que han jalonado estos quince años. Que las vivencias tengan más valor que las hazañas deportivas lo dice todo. Que en las reuniones salgan a colación una y otra vez mil y una anécdotas nos sitúa en el elevado escalón de calidad humana de este grupo. Aquellos trayectos desde Los Jardines hasta el Velódromo, la comida de Navidad en Los Pelaitos, las interminables jornadas de Feria, el día que suplantaron la identidad del seleccionador sevillano de fútbol sala, la figura del Uychichi, el susto de la calle Real, el casi atropello del Cepi, los enamoramientos a pie de pista, el gusanillo de Alex Prada, las medias bicolor de Ales García, la fatídica lesión de Corrales, aquel rival manco, la lechera de Ramón enganchada a una grúa, la efímera carrera de Diegol, el mantecao de Josema. Tantas y tantas batallas vividas juntos que cuando se han venido a dar cuenta han transcurrido quince años y no pueden evitar contarlas con el tono áspero  del veterano soldado que regresa tras la guerra.
Toque, técnica, rapidez en los desplazamientos. Cualidades del Degeneración 81. Quince años manteniendo sus señas de identidad sin caer en la tentación del juego embarullado, farragoso, traidor y resultadista. Ganar sí, pero no a cualquier precio. La negación del espíritu maquiavélico, “el fin justifica los medios”, como modo de vida deportivo. La nobleza en los balones divididos, el choque cuerpo a cuerpo en sana competencia, en buena lid, las miradas siempre al frente, las cabezas alzadas, el corazón muy cerquita del escudo. Los duelos al sol contra el Fleming, el Élite, Cafetería Juan Luis, el San José de Calasanz, la Peña Sevillista, los Hijos de Caín. El sudor resbalando por la nariz, el pulso desbocado, la vida entera fluyendo por las piernas. Somos el Degeneración, que nadie diga nada, que se note. ¡Somos el Degeneración!
En 2009 el Degeneración 81 cuenta con un equipo filial en la categoría de juveniles. Se hace llamar Degeneración 92. Cepi se hace cargo del grupo con el objeto de reclutar en un futuro savia nueva. De este equipo sale la figura de Josema Navarro, actual componente del club. La experiencia dura únicamente un año pero la importancia radica en el afán de supervivencia que posee el Degeneración 81. Cuando la mayoría de los equipos mueren bajo el yugo de las obligaciones laborales y familiares conforme se cumplen años el Degeneración lucha por perpetuar el equipo, que no es otra cosa que perpetuar el espíritu. El Degena es hospitalario por naturaleza, lo demuestra la cantidad de jugadores que han pasado por sus filas. Los hombres van y vienen pero el equipo sigue y seguirá. La vieja guardia ya supera la treintena pero saben a ciencia cierta que han conseguido ya la eternidad para el Degeneración. El Degeneración 92 resultó un intento baldío, bonito, pero baldío al fin y al cabo, pero marcó el camino a seguir. Los cachorros llegarán, hay que ser paciente, mientras tanto las rodillas de los veteranos seguirán crujiendo en las pistas de Dos Hermanas. Algunas noches algún que otro componente del Degena sueña que un hijo suyo se enfunda una camiseta. No es una camiseta cualquiera, es la camiseta.  De momento, sólo es eso, un sueño.
Varios trofeos de la Deportividad, los ascensos, el torneo de La Rinconada. Victorias hubo y habrá. Sin embargo, el partido que más se recuerda, del que siempre se habla con orgullosa satisfacción, es el partido de la final de juveniles de 1999. Se venía de una emocionante semifinal ganada in extremis con paradón de Óscar. ¡La gloria al alcance! Peregrinación al pabellón de Los Montecillos. Aficionados y jugadores en una sintonía perfecta. Gritos en la grada y aquellos jugadores, casi imberbes todavía, saltan al parqué con el objeto de hacer historia. Se perdió, sí, se perdió. Sin embargo, los golpes secos al balón, cada orden desde el banquillo, las suelas rechinando en la pista, Javi González celebrando el gol, todas las imágenes y sonidos que generaron el encuentro se quedan grabadas a fuego en el imaginario colectivo de ese sentimiento que es el Degeneración 81.

Por José Pedro - socio número 1 de esta gran familia

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